Salome Martínez

«Se dice ‘gracias’, Andrés Manuel».

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Por Mónica Hernández-Roa
A menos de 24 horas de haberse dado a conocer los primeros resultados del conteo de los votos en las elecciones para elegir al nuevo Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, como lo aseguramos varios, no solamente no reconoció los resultados -con todo y que firmó que lo haría-, a las personas que votaron por Peña Nieto les dijo que apoyaban la “corrupción”; y como lo había sentenciado él mismo en el programa de televisión ‘3er. Grado’, sólo si perdía consideraría la elección como un fraude, y, porque ahí no termina todo, este lunes 2 de julio, organizó una rueda de prensa en el Hotel Hilton de la ciudad de México, donde dejó entrar a su enardecido grupo de seguidores que sumaban más de 200, con lo que reventó él mismo el evento que debió haber sido totalmente periodístico e informativo, pero no fue así, AMLO permitió que sus simpatizantes agredieran verbalmente a varios comunicadores, entre éstos, al periodista Juan Pablo Becerra-Acosta de Milenio, provocando con ello un ambiente de violencia y linchamiento hacia los medios de comunicación que se encontraban en el lugar, poniendo en riesgo la seguridad e integridad personal de los comunicadores que acudieron a la obligada y supuesta ‘rueda de prensa’, que se transformó en un mitin de simpatizantes del ex candidato, quienes vitoreaban todas sus respuestas y abucheaban y agredían verbalmente a los reporteros ante cualquier pregunta expresa.Como lo anticipamos en esta columna (Macroplaza. 28 de mayo 2010 “Y tú, ¿eres #YoSoy132?”), si los resultados no favorecían a Andrés Manuel, y el ganador era Peña, se esperaba esta reacción negativa por parte del tabasqueño -y su declarado grupo de simpatizantes, el movimiento #YoSoy132- así como marchas, bloqueos, posibles plantones y desde luego, una multitud enardecida contra el quien quiera que fuera el ganador, menos él, tal como sucedió. Sí, lo dijimos aquí, pero jamás imaginé que se daría a menos de 24 horas de las elecciones y tampoco imaginé que Andrés Manuel, al ver las agresiones verbales contra los periodistas, se quedara callado y permitiera con su mutismo y silencio, poner en riesgo la integridad física de los compañeros de varios medios de comunicación que ahí se encontraban.

Andrés Manuel no ha caído en cuenta que esto, el no reconocer su derrota y anticipar un fraude, provocando la ira de sus seguidores, lo disminuye, como persona, como político y violenta el clima social de México. O sí lo sabe, pero le vale madre.

Hace un día había hecho yo esta columna intitulándola “Oda a Andrés Manuel”, donde yo pretendí hacer un reconocimiento al líder más importante, hasta hoy, de la izquierda en México, porque si bien no ganó la Presidencia de la República en dos elecciones seguidas, sí era de reconocerle su mérito como el líder que le abrió camino a una poderosa izquierda en México, como un ciudadano valiente y como alguien que sí se ganó un lugar en los anales de la Historia; inclusive, había anotado, sería alguien de quien nuestros nietos y bisnietos leerían en sus libros. Afirmaba yo en mi “Oda a Andrés Manuel”, que el hombre de Macuspana se merecía un lugar importante en la historia de México, pero tras la violencia provocada por el ex candidato de las izquierdas hacia los medios de comunicación, y ante la falta de cumplir su palabra y firma de aceptar el resultado de la decisión ciudadana, todo a menos de 24 horas de las elecciones, no puedo mas que manifestarme en contra de todo connato de violencia hacia mis compañeros reporteros; me manifiesto en contra de su baja estatura política al faltarle al respeto a todos los ciudadanos que no votaron por él, llamándolos cómplices de la corrupción, y me manifiesto en contra de él ante su declaración de fraude electoral, porque también me tocó ser funcionaria de casilla, por tercera ocasión en mi vida, y donde pude comprobar, como funcionaria, no como reportera, la limpieza de las elecciones, y la imposibilidad absoluta de un fraude.

Puede haber errores de conteo, sí; puede haber corrupción de compra de votos por parte de políticos, sí (pero fuera de las casillas, dentro, no, y no en el día de las elecciones), y puede que algunos medios de comunicación haya provocado el enojo de las izquierdas con encuestas equivocadas desde un principio, sí. Pero esos hechos, si lo consideraban un fraude electoral, debieron denunciarlo en su momento ante la Fepade o aún lo pueden hacer, ¿no? Porque lo que yo puedo garantizar, con firma y como me lo pidan, es la transparencia en las elecciones. Dentro de las casillas, por lo menos en las cuatro que a mí me tocó vigilar, no hubo corrupción ni fraude en las dos de la CEE que yo representaba, y mucho menos hubo error de conteo de votos. Las otras dos casillas eran del IFE pero las cuatro estábamos dentro del mismo gimnasio donde se colocó la casilla de la sección 2182 donde los funcionarios y la que escribe estuvimos casi 14 horas en una dura jornada laboral, no sólo recibiendo los votos de los electores, sino vigilando, poniendo orden, sacando a los 25 priistas acarreados que buscaban ventaja y promoción al voto, donde querían pasarse de listos portando pines y calcomanías de su partido ¡dentro de las casillas! Los amenacé con denunciarlos y llamar de inmediato a la fuerza pública, pero entendieron razones, obedecieron, se quitaron los pines, se salieron del gimnasio y tuve que vigilarlos durante toda la jornada para que no se acercaran a la fila de electores intentando influenciar a los ciudadanos en su voto libre.

Cualquier persona que sacara, a la hora de las votaciones, algún celular o cámara fotográfica, también era invitado(a) a guardarla o a abandonar el recinto electoral. Me dio gusto observar que la gente respetaba las decisiones de los que estábamos ahí, identificados plenamente con gafete, gorra y playera de la CEE, para cuidar las elecciones, el orden y los votos. La gente confiaba en nosotros y nos hacía saber, incluyendo a los funcionarios del IFE, cualquier anomalía detectada de manera oportuna y expedita. O sea, me quedó claro que la gente, por lo menos la que acudió a votar en esta sección, confía en los organismos que organizan las elecciones.

A las seis en punto de la tarde, los funcionarios de casilla cerramos la puerta que protegía las cuatro casillas, dos locales y dos federales, e iniciamos el conteo de votos. Nadie salió ni entró hasta que se concluyó el escrutinio, se llenaron las mantas con los números que los ciudadanos sumaron en votos, se colocaron afuera del gimnasio (de las casillas), armamos los paquetes para la CEE y a las 21:15 horas en punto, vi partir a las dos presidentas de casilla hacia la oficina de la CEE en la cabecera del municipio de Apodaca para entregar los paquetes electorales de Diputados y Ayuntamientos con los resultados de la voluntad ciudadana.

En definitiva, entre los resultados que arrojó el PREP hay dos cifras que me llaman poderosamente la atención: el PT ganó en Santiago, N.L., donde el alcalde panista Edelmiro Cavazos Leal, fue asesinado en agosto de 2010. Estuve en Santiago hace una semana y fue cuando observé los panorámicos del ex diputado local petista Homar Almaguer (a quien suelo identificar como Homar con “h”), por lo que debo suponer que la gente votó por la persona, y no por el partido, porque el político tiene amplio camino recorrido en el municipio que le tocará administrar. Pero sin justificar mis propias suposiciones, tal vez la gente sí desea un cambio en este municipio y dejaron de confiar en el PRI y en el PAN.

El otro dato que me llamó poderosamente la atención, continuando con el voto diferenciado, y de hecho me tiene muy sorprendida, fue que Josefina Vázquez Mota ganó en Apodaca, N.L., el municipio donde yo vivo, y municipio al que, hasta ayer, consideraba el más priista de todo México. Roberto Madrazo, para que usted lo imagine, cerró aquí su campaña presidencial en el 2006. El Apodaca priista donde yo vivo, ha dejado de ser tan priista porque la panista, la mujer, a la que los panistas no apoyaron, empezando por el propio Calderón, ganó en este municipio, súper priista, bastión priista, ¡pero de hueso colorado!, no se imagina usted. Por lo tanto, me parece que el PRI, en Apodaca, fuera de que Raymundo Flores se erige por tercera vez como alcalde priista, podría tener sus días contados.

El pueblo ha elegido, respetemos la decisión del pueblo, Andrés Manuel.

¿Sabe usted qué me dijo un joven universitario de izquierda moderada que votó por usted?, me dijo: “A mí me hubiera gustado ver a López Obrador dar las gracias. Me hubiera gustado verlo de pie, con la cara levantada, así, con todo el coraje y valor ante sus seguidores, y darles las gracias por todo el apoyo que recibió. Creo que lo hubieran vitoreado… Pero me decepcionó mucho que no reconociera su derrota”.

Porque la gente lo pide, y porque me consta que Andrés Manuel no escucha a sus asesores, desde aquí se lo pedimos por la paz y la tranquilidad que ya merecemos los mexicanos: Dé las gracias, Andrés Manuel. (Perdón, yo hablo de ‘usted’ a la gente, es que estoy educada a la antigua).

La verdad es que lamento mucho que López Obrador, nuevamente, no acepte su derrota, y comience a provocar escenarios de violencia que ponen en riesgo no sólo a los suyos, sino a gente que no le sigue y a los reporteros que cumplen con su labor.

Confieso que deseé en mi interior, como seguramente los habrá en los de izquierda que no es radical o que no son lopezobradoristas, que Andrés Manuel se reuniera con sus simpatizantes, donde él lo desee, a mí me hubiera gustado el Zócalo de la ciudad de México, y que, levantando la cara, así, como los grandes hombres lo hacen, les diera las gracias a sus seguidores.

No es tan difícil, Andrés Manuel, cuando se es una persona humilde y valiente, el dar las gracias. Sólo se sonríe, y de corazón, mirando de frente y con el alma transparente, se puede decir algo así como: “Damas y Caballeros, mexicanos todos, ¡gracias, muchas gracias!”.

Soy mujer de mucha fé.

Y también soy muy buena para esperar.

Sólo espero que la razón, la justicia, la verdad y la paz social prevalezcan por encima de la sinrazón.

Felicidades mexicanos, por ejercer su derecho al voto en un clima democrático en paz y en orden, que tantísimo nos costó.

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