Por Pedro García

¡Ándenles, así sí!…La paz se reinstaló en el Congreso de Nuevo León. Todo fue una sedita:

El diputado Fredy Rodríguez (PAN) en rol de respetado crupier ejerciendo el poder de coordinador de la mayoría aliada, PAN más dos. Fredy el gran repartidor del juego en la agenda legislativa de un miércoles en el que atendió a su homólogo del PRI, Edgar Romo con el que cuadraba los asuntos en un “team back” en la más completa armonía, luego de un martes volcánico.

Emblemático de la pieza, en su primer acto, sería el abrazo cálido y estrechísimo que el panista Juan Carlos Ruiz le prodigaba al neoperredista Erick Godaaaaar que se dejaba apretujar por el ex coordinador panista. Godar se apartó complacidísimo con el gesto del azul, y como no, después de la patiza que los priistas le dieron el martes y las mantas infamantes (con todo y cacofonía) que le dedicaron algunos al malquisto diputado. Es más, ni Arguijo ha recibido tanto arrumaco público de los azules. Es la condición favorable para el más débil.

Fredy también despachaba a Carlos Barona (“excelso” diputado, Braulio, dixit) y el priista se retiraba casi flotando, satisfecho del acuerdo. Allá, reunidos en animadísima charla, Yayo y Pepe Máiz. A un ladito, Torres con el “cel” adosado a la oreja derecha, relajado, desenrrollado en su curul. Casi el paraíso.

Ya metidos de lleno en los asuntos, el perredista Arguijo “Montenegro” como tiburón que huele la sangre, solicitaba al presidente de la mesa directiva del Congreso, Francisco Cienfuegos se incluyera el dictamen de las cuentas del municipio de García y como no: “para los toros de Xajay, diputados de allá mesmo”. La directiva lo complace. Dichas cuentas fueron rechazadas.

Salpicadas de omisiones, por obras no verificables, sobrecostos y otras tantas hierbas, suficientes para crucificar a los implicados en el quebranto financiero y el agravio a los contribuyentes que sostienen las arcas de aquel terruño del poniente metropolitano donde natura regala el crepúsculo en duraznos, donde sentara su señorío el partido del sol azteca con el augurio de eternizar sus glorias electorales muy pronto venidas a menos por las ambiciones desbordadas de un grupo de militantes que, abandonados a las bajas pasiones, se ataron piedras de molino y hallaron su ocaso, precisamente por donde diario “muere” el sol.

El cuento es que se aprobó que el Auditor emprenda acciones y finque responsabilidades sobre las irregularidades encontradas en un monto millonario, de numerario suficiente para hacer feliz a un pueblo sufrido, como es el de García de donde, dice el gran augur, (del Poniente) nos ha de llegar un “bronco” irreductible a gobernar, y bien, por los siglos de los siglos, ya sea cobijado por un partido (¿?) o como independiente, quesque el individuo no necesita guajes pa´nadar. Queden con Dios.