Salome Martínez

EL PODER DE LA CREATIVIDAD

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                                                                      Por Miguel Carbonell

Nuestras vidas están siendo profundamente modificadas (y enriquecidas) por el poder de la imaginación y la creatividad. Quizá nunca antes en la historia de la humanidad un grupo de innovadores y visionarios habían tenido un impacto tan grande sobre la manera en que nos comunicamos, ahorramos, trabajamos y comprendemos el valor de nuestras vidas. Personajes como Bill Gates, Steve Jobs o Mark Zuckerberg se atrevieron a pensar diferente y los resultados que obtuvieron son fabulosos.

Algunas estimaciones indican que para el año 2015 más de la mitad de los seres humanos usará internet. Hoy en día uno de cada dos norteamericanos tiene un perfil en Facebook.

En Manhattan las tiendas suelen estar abarrotadas siempre, llenas de turistas y habitantes de Nueva York y las ciudades vecinas; pero en un viaje reciente pude atestiguar que ninguna estaba tan llena como la que tiene Apple en un luminoso sótano frente al legendario Hotel Plaza, sobre la Quinta Avenida. Miles de personas transitan todos los días por la tienda que vende los productos ideados por Steve Jobs; los iPhones, iPods e Ipads se han convertido en codiciados aparatos que lo mismo sirven para trabajar que para divertirse. Lo que en su momento fueron las televisiones, hoy lo representan las novedades tecnológicas diseñadas por el equipo de Apple y por el resto de empresas del sector.

Las posibilidades de desarrollo futuro son infinitas. No sabemos lo que estará disponible el día de mañana. Durante el año 2010 más de 300 millones de personas en todo el mundo abrieron un perfil en Facebook y 100 millones comenzaron a utilizar Twitter. Según reportes de la propia empresa, en los primeros meses de 2011 el ritmo de apertura de nuevas cuentas en Twitter es de 460,000 diarias. Esas son las redes sociales hegemónicas en la actualidad, pero nada nos asegura que lo vayan a ser por mucho tiempo. No sabemos si representan solamente una estación de paso hacia algo más elaborado o si llegaron para quedarse y las seguiremos utilizando en las décadas por venir.

Lo cierto es que su potente efecto entre nosotros se debe en buena medida al uso de la imaginación y la inteligencia. Ese hecho, tan evidente como estudiado, debe llamar poderosamente la atención de quienes se dedican a los temas educativos. Los responsables de educar a las generaciones futuras deberían ponerse a pensar sin demora en la manera en que la imaginación y las ganas de innovar se pueden fortalecer desde los niveles más básicos de la formación educativa.

La pregunta es: ¿cómo debemos trabajar o qué debemos hacer para que el próximo Bill Gates salga de una escuela mexicana? ¿qué capacidades debemos fomentar para que alguno de nuestros niños sea capaz el día de mañana de inventar algo que supere a Google como el buscador más potente de información en internet? Y quizá también deberíamos preguntarnos si esos objetivos se pueden lograr con los profesores que actualmente tenemos.

Si no somos capaces de responder esas preguntas, nuestro futuro seguirá siendo el de un país maquilador, con sueldos miserables, altas tasas de delincuencia y una parte importante de la población trabajando en la economía informal.

 

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