Por Salomé Martínz
En un país donde el abuso de poder y la desigualdad en el acceso a la justicia siguen siendo una constante, el juicio de amparo permanece como una herramienta fundamental para la defensa de los derechos humanos. Sin embargo, su alcance sigue siendo desconocido para la mayoría de la población.
“El juicio de amparo es el único mecanismo que tienen niñas, niños, adultos mayores, personas con discapacidad o cualquier ciudadano para detener un acto de autoridad que viola sus derechos”, afirma Mireya de Jesús Ábrego Elvira, candidata a jueza de Distrito Civil y de Trabajo en Nuevo León, quien aparece como número 01 en la boleta del Distrito Judicial Electoral 02 con recuadro lila.
Con más de una década en el Poder Judicial, y formación académica que incluye doctorado en Derecho Civil y especialización en justicia laboral, Ábrego no solo conoce el amparo en teoría: lo ha aplicado desde la Defensoría Pública hasta los tribunales colegiados. “He visto cómo un amparo bien planteado puede evitar un desalojo, garantizar atención médica a un menor o impedir la baja arbitraria de un trabajador del Seguro Social”, señala.
Durante su campaña, iniciada el 30 de marzo, Ábrego ha recorrido múltiples municipios del estado. “La mayoría de las personas no saben qué hace un juez federal ni cómo pueden defenderse ante una violación a sus derechos. Eso debe cambiar”, advierte. Por ello, propone acercar los tribunales a la ciudadanía, con campañas pedagógicas que expliquen el acceso al juicio de amparo como un derecho universal, no como un privilegio técnico.
Su visión del Poder Judicial es clara: modernización tecnológica, reorganización jurisdiccional y atención humana. “Ser juez no es sólo dictar sentencias, es actuar con ética, vocación y urgencia cuando la vida o dignidad de alguien está en juego”, afirma.
Lejos del protagonismo político o mediático, Ábrego se presenta como una funcionaria con compromiso, preparación y una convicción profunda: “La justicia no debe ser inaccesible. Debe ser el primer recurso de quienes no tienen voz”.
En tiempos donde el acceso a la justicia parece distante para los que más humildes, el juicio de amparo sigue siendo la vía más poderosa —y cercana— para ejercer derechos. Saberlo, usarlo y defenderlo es parte de la responsabilidad como sociedad.
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