Por Pedro García
La alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes quiere ser gobernadora y además postula que el estado de Nuevo León “está preparado para en el 2015 tener una gobernadora”.
Y como otro refrán dice que “a Dios rogando y con el mazo dando”, la dama pa´ pronto formula su proposición de reforma a la Ley electoral para el establecimiento del 50 por ciento de la cuota de género en el mismísimo Congreso local, desplante que caló hondo en la coordinación de la diputación del PRI que no le ha gustado ni tantito el placeo y los impactos mediáticos de la alcaldesa ahí en la propia Legislatura, no obstante la merma que obtuvo en recientes sondeos de opinión.
Es una cuestión del aprovechamiento de las circunstancias (yo soy yo y mi circunstancia) y la señora se apropia de los ambientes y los tiempos precisos y gana espacios de difusión gratuitos. Ayer mismo volvió a las salas del congreso para participar en los trabajos de la Comisión de Equidad y Género al lado de otras damas protagonistas de la política.
Todo está inscrito en esa suerte de intuición, en esa cualidad de la astucia y del empoderamiento femenil y que ella encabeza, por nada es la Jefa de la comuna en Monterrey, para bien o para mal; el caso es que ahí está y nada la detiene.
A veces se le mueve el piso por sus flancos débiles, que los tiene, como los señalamientos que se le hacen por presuntos actos corruptos de algunos de sus colaboradores o por un simple sospechosismo, como el episodio de una coordinadora jurídica a la que tuvo que cesar al difundirse su participación accionaria en una empresa que provee de combustibles al municipio.
Otro es el tema de la asignación de la recolección de la basura a una empresa que accedería a entregarle un supuesto disimulo multimillonario a cambio de la concesión del servicio domiciliario, lo cual le constituyó un impacto crítico a la señora Arellanes, entre otros cuestionamientos que no sabemos si sus rivales políticos, incluso panistas, le volverán a restregar andando el tiempo.
Pero como nada hasta ahora le ha impactado lo suficiente como para descarrilarle sus propósitos futuristas, ella persiste y vamos a ver si le alcanza, si no resiente un desgaste por eso que el diputado federal priista Pedro Pablo Treviño llamó, hace unos días, “demasiada exposición” de sus ambiciones prelectorales.
Entre tanto, en el congreso local tiene adherentes entregadísimos como su correligionario, el singular diputado panista Enrique Barrios que no para en mientes para exclamar que “Margarita va fuerte, la quiere la gente y estará en las boletas” para gobernadora, según porque es muy popular, a lo que el diputado del PRI, Alberto Serna le replicó en una de esas sesiones que si la alcaldesa fuera muy querida, no se explican los abucheos que ha recibido en eventos multitudinarios.
En fin, es Margarita la provocadora de tempestades políticas de las que, sin embargo, debe cuidarse de no ser víctima de esas tormentas que suelen cimbrar a cualquiera en el proceloso mar de la política donde a veces el fuego amigo es la peor amenaza.