Por Pedro García
Como que las reformas estructurales empiezan a hacer agua…
Las cúpulas, es decir, las élites empresariales, tradicionalmente aliadas del PAN o del PRI, según como se acomoden, han levantado un muro contra la reforma fiscal dolidas por la propuesta impositiva: o sea, que se haga la equidad fiscal en los bueyes de mi compadre.
A los empresarios “de arriba” no les gustan las iniciativas de reforma sustentadas en la tesis “que pague más quien más gane”, y eh ahí la dura posición del presidente de la Confederación (sindicato) Patronal de la República Mexicana, Juan Pablo Castañón en contra de la pretensión de Peña Nieto de aumentar la recaudación con una serie de modificaciones al estatuto hacendario, como eliminar la consolidación fiscal, entre otros aspectos.
Otro sector disidente es el de los empresarios de las maquiladoras que también pusieron el grito en el cielo, y así sucesivamente otros segmentos de la Iniciativa Privada tan proclive a que se aprueben reformas estructurales para propiciar el crecimiento económico, ¡claro!, mientras ellos no resulten impactados.
Algunas voces del extranjero ya han comenzado a propalar que la “luna de miel” de Peña Nieto con el pueblo ha terminado.
Pero yo creo que el pueblo-pueblo no son las cúpulas, sino las mayorías empobrecidas que sin tener voz ni voto, siempre han pagado la mayor parte de la carga fiscal, la depresión de los salarios, los topes de los sueldos, la carestía, la negativa a estallar huelgas.
Los dirigentes de las cúpulas empresariales rechazan algunos aspectos del IVA, pero apoyaban con fiereza que ese gravamen fuera aumentado de tasa Cero al 16 por ciento, en alimentos y medicinas, quesque así opera en los países modernos y prósperos que registran una mayor recaudación de impuestos, medidas que en México debemos copiar.
En el fondo yo también estoy de acuerdo en que en lugar de incrementar los impuestos habría que reducirlos para estimular la inversión productiva, y la reinversión de las ganancias.
Pero también estoy en contra de la propuesta de las corporaciones millonetas de que se carguen más impuestos a la población en general en detrimento de las clases sociales desposeídas, por ejemplo en los alimentos y medicinas.
En lo que siempre he pugnado es que el gobierno se achique, que gaste menos en la burocracia. Es más, esta fue una tesis de las cámaras empresariales en las épocas de los presidentes Luis Echeverría, López Portillo y Miguel de la Madrid, sin embargo, esas voces callaron en el sexenio de Salinas de Gortari. La Iniciativa Privada dejó esa demanda. Será porque Salinas los complació con su programa de gobierno privatizador e inclinado a las concesiones para congraciarse con los barones del dinero…
En resumen, las clases populares no están en posibilidad de pagar más impuestos de los que ya cubren por medio del IVA, y el ISR, tratándose de los asalariados de algunos niveles de ingreso. También pagan al fisco las personas física que realizan actividades empresariales como los comisionistas que no registran, ni con mucho, ingresos o ventas equiparables a una empresa.