Salome Martínez

POLÍTICA Y GENTE lágrimas poderosas de un niño vendedor

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Por Pedro García
Pues nada, que han dado un golpe emocional fortísimo a un empresario en potencia en Villahermosa, Tabasco. Todo a manos, no podría ser otro, de un burócrata. Individuos como el «inspector» tabasqueño del comercio ambulante, son unos frustrados que le entran a la burocracia para ejercer poder mediante acciones corruptas. De esos está lleno el servicio público en los tres niveles de gobierno, en todo el país.
Evidentemente, el «inspector» lleva en su fuero interno una terrible carga de amargura porque ha llevado, lo puedo asegurar por su reacción, una existencia de mediocridad como resultado de una deficiente orientación familiar desde su niñez. Es decir, con la represión al pequeño microcomerciante proyecta lo que ha de haber padecido cuando era un infante.
La desgraciada paradoja es que el niño a través de su ocupación informal como vendedor en la vía pública de Villahermosa, a su nivel, genera derrama económica mientras el infeliz inspector cobra (cobraba) su quincena de los impuestos que el infante provocaba con su actividad callejera.
Uno es un individuo productivo, el otro, un repudiable burócrata, que es (era) un zángano y un persecutor y discriminador de las personas vulnerables.
Asaz indefenso, el niño tuvo la fuerza natural para “combatir” al miserable con el único reproche que tuvo a la mano, sus lágrimas impotentes que, no obstante, fueron un grito estentóreo que ha sido escuchado por el mundo entero a través de las rede sociales provocando un llamado de atención, a que frene la persecución y el desprecio contra los vulnerables, por parte de los gobernantes cuyas políticas públicas han generado la concentración del ingreso en unos cuantos y la postración económica de millones.
Tal es la calidad de las personas que, en promedio, administran el servicio público en México con tendencia a la impunidad y el ejercicio de gobierno a base del coyotaje, el patrimonialismo y el disimulo.
 Por otro lado, la conducta del «inspector» refleja lo que observadores expertos han dictaminado para México: la discriminación hacia el más vulnerable. Todo es que un ladino «suba» un ladrillo en la escala social para que se convierta en un soberbio, olvidadizo de lo que fue.

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