Por Pedro García
El PRI nos comparte la renovación de las dirigencias municipales en la zona rural con el claro objetivo de llegar con fuerza a las elecciones dentro de dos años, y ganarlas. Acaba de ser renovado el comité de Bustamante y previamente se hizo en Los Herrera, Los Aldama, Zaragoza y Anáhuac.
El PAN también anda en lo suyo y ajusta su estructura, efectúa cambios en los órganos de poder, entre otras tareas.
La clase política de ambos institutos políticos está activa. Los representantes populares han vuelto a sus respectivos distritos e intentan congraciarse con los vecinos. También hacen pronunciamientos de lo que hacen y elevan críticas “al de enfrente”.
Aunque los comicios para el cambio de gobernador, renovación del congreso local y las alcaldías están lejanos, PRI y PAN tienen entablada, desde ya, una guerra política que se convierte en toma y daca, casi diario. Cada uno esgrime sus razones. El tiempo va a poner a ambos en su lugar.
Mientras tanto, y salvo lo que se precipite a futuro, la alcaldesa de Monterrey, la panista, Margarita Arellanes está posicionada con viabilidad de resultar candidata a la gubernatura. Ha adquirido notoriedad agregada a la importancia de su cargo en la presidencia municipal regiomontana, que ha sido un escollo típico para el futurismo de los ediles, verbigracia, Larrazabal, por mencionar uno.
Claro que la alcaldesa puede ver su suerte al interior del PAN donde enfrentará guerra interna por los afanes de otros notables panistas. Es decir, no habrá tersura en la elección del abanderado celeste, de la que no puede descartarse a Mauricio Fernández y a otros militantes que nutren un póker panista.
Entre tanto, la señora Arellanes construye su imagen y levanta tempestades con sus actos y declaraciones. Empero, sostiene sus dichos y sustenta con razones.
Ejerce el poder y lo usa con tacto político para aglutinar adeptos y ampliar su base social. En suma, está en dirección de su objetivo, llegar bien afianzada a los tiempos de su partido, el PAN.
A querer o no, en Nuevo León hay una competencia prelectoral en la que algunos gozan porque están en calidad de francotiradores y otros la padecen, el propio gobernador convertido en el blanco principal.
Es la lucha por el poder y no extraña. Si está adelantada o no, eso es cuestión de las circunstancias. El PAN quiere volver al palacio estatal, el PRI quiere mantenerse ahí.
Como nos lo anticipó el diputado Martín López, la Cámara de Diputados aprobó en lo general y en lo particular, con 421 votos a favor, 18 en contra y nueve abstenciones, la reforma constitucional para regular el endeudamiento de estados y municipios y que los créditos se contraten mediante licitación pública para asegurar las mejores condiciones de mercado y el fortalecimiento de la transparencia.
En su exposición de motivos, el dictamen señala que en los últimos 12 años la deuda de estados y municipios aumentó en más de 130 por ciento, sin que se conozca con el suficiente detalle el destino de los recursos, las tasas a las que fueron contraídos los créditos y las razones que justificaron su contratación.