Salome Martínez

Concierto de la Orquesta Sinfónica de la UANL. Segunda Temporada de Conciertos 2013.

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Por Sonia Contreras

Por SJesús Medina, director artístico | El público y las orquestas de varios países del mundo han sido testigos de la carrera de este talentoso director mexicano. A partir de enero de 2010, es el nuevo Director Artístico de la Orquesta Sinfónica de la UANL, en Monterrey, N.L.; además, es fundador y Director Artístico de Milenium Sinfonietta desde septiembre de 2008 hasta la fecha. De junio del 2002 a diciembre de 2010 fue Director Artístico de la Orquesta de Cámara de Bellas Artes. Ha sido Director de otras importantes instituciones musicales, como la Filarmónica de la UNAM,  la Filarmónica de Querétaro y de la misma OSUANL, en el período 1986-89.

Se ha presentado en Estados Unidos, Singapur, Francia, España, Italia, Turquía, Serbia, República Checa, Venezuela, Brasil, Colombia, Centroamérica y México. Futuros conciertos incluyen presentaciones en Italia, Argentina, Portugal, Austria, Serbia, España, Colombia e Israel.

Itzhak Perlman, Joaquín Achúcarro, Alexander Markov, Angel Romero, Horacio Gutiérrez, Elmar Oliveira, Jens Lindemann, Pierre Amoyal, Nathaniel Rosen, Mark Peskanov, Konstanty Kulka, Gyorgy Sandor, Pascal Devoyon, Fernando de la Mora, Trío Schubert de Viena, Nikita Storoyev, son algunos de los más importantes solistas que han actuado bajo su batuta.

Su gran versatilidad lo ha llevado a dirigir además de música sinfónica, música de cámara, ópera y ballet. Ha dirigido las óperas Lucia de Lamermoor de Donizzetti, La Italiana en Argel y La Cenicienta de Rossini en el Palacio de Bellas Artes y también ha sido director concertador de un gran número de ballets con la Compañía Nacional de Danza, como Carmen, Carmina Burana, Oneguin, Romeo y Julieta, Don Quijote, Raymonda, Coppelia, Giselle, La Bayadera y El Cascanueces, y zarzuelas como La Revoltosa.

Ha participado en los principales festivales de México, como el Festival Cervantino, el Festival Internacional de Tamaulipas, el Festival del Centro Histórico de la Cd. de México, el Festival de Sinaloa, el Foro de Música Nueva, el Festival de Orquestas de la Sala Nezahualcóyotl, el Festival Internacional de Arpas, etc.

Ha estrenado muchas obras de compositores mexicanos, como Angulo, Córdoba, Toussaint, Márquez, y varios estrenos nacionales como el Dies Irae de Penderecki y el Beatus Vir de Gorecki.

En 1991, la Unión Mexicana de Cronistas de Teatro y Músicale otorgó su reconocimiento por ser el mejor Director del Año, y en 2004, recibió el premio ‘GAVIOTA’, de la Asociación Latinoamericana de Cronistas.

Realizó sus estudios de dirección de orquesta en The Pierre Monteux School en los Estados Unidos, bajo la guía de Charles Bruck. | www.chuymedina.com | Facebook: Jesús Medina Director

 

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Erika Dobosiewicz, violín | La violinista Erika Dobosiewicz, originaria de Varsovia (Polonia), nació en el seno de una familia con gran tradición musical. Se graduó con mención honorífica del Conservatorio de Música Federico Chopin en Varsovia y es Posgraduada del Conservatorio Real de Música en Gante, Bélgica.

Desde temprana edad manifestó su talento por el arte al ganar el concurso estatal ‘Ruth Railton’ en Varsovia. Su actividad en el campo de la música de cámara obtuvo los más altos premios en concursos y festivales internacionales, tales como el Festival de Schleswig-Holstein, Alemania, el Festival de Música de Bayreuth, Alemania, el Concurso Internacional de Música de Cámara en Lodz, Polonia y el Festival Maurice Ravel en Saint Jean de Luz, Francia, entre otros.

La verdadera pasión por el violín impulsó su participación en el concurso para violín solo ‘Tadeusz Wronski’ en Varsovia (1990), las ediciones X y XI del Concurso Internacional ‘Henryk Szeryng’ en Toluca, México (1992), en los cuales siempre ha sido galardonada con los más altos honores.

Como solista y con grupos de cámara ha presentado conciertos en Europa, Japón, América del Sur y Canadá. Su actividad solista la ha desarrollado con las principales orquestas de su país natal, la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín y la Orquesta Sinfónica de Oshawa-Durham, Canadá. Con el Cuarteto de Cuerdas ‘Gemmeus’, del cual es primer violín, se ha presentado en los Festivales Internacionales en los escenarios de la República Mexicana. Recientemente participó en el Festival Internacional Johann Sebastian Bach en Trujillo, Perú, donde presentó la obra para violín solo de Bach, así como también fue solista con las orquestas Filarmónica de Trujillo y la Sinfónica Nacional del Perú.

En México, su intensa actividad artística la ha llevado a presentarse en los escenarios más importantes de la República, con la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, Orquesta Sinfónica Nacional, Orquesta Sinfónica Carlos Chávez, Orquesta de Cámara de Bellas Artes, Orquesta de Cámara de Morelia, Orquesta Sinfónica de Chihuahua, Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, Orquesta Sinfónica de Xalapa, Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro, Orquesta Sinfónica de la UANL, Orquesta Sinfónica de Morelia, Orquesta del Festival Mozart-Haydn y la Orquesta ‘Capella Puebla’, bajo la batuta de destacados directores como Jorge Mester, Volker Schmidt-Gertenbach, Carlos Miguel Prieto, Luis Herrera de la Fuente, Enrique Bátiz, Grzegorz Nowak, Mario Rodríguez Taboada, José Luis Castillo, José Guadalupe Flores, Román Revueltas, Armando Pesqueira, Claudio Tarris, Jesús Medina, Francisco Pereda, José Luis Galvez, Kazem Abdullah, Howard Shelley, Juan Carlos Lomonaco, Michael Newnham, Harout Fazlian, Horacio Franco, Thomas Sanderling, James Paul y Yehudi Menuhin, entre otros.

En el periodo 2007-2010 fue Concertino de la Orquesta Sinfónica Nacional.

Su discografía incluye un álbum que contiene las tres sonatas para violín y piano de Johannes Brahms, junto al pianista Edward Wolanin; el concierto ‘Per La Solennità di San Lorenzo’ de Antonio Vivaldi para violín y orquesta bajo la batuta del Mtro. Horacio Franco; la obra completa de Franz Schubert para violín y piano junto al pianista Alexandr Pashkov para el sello Quindecim Recording. Dentro de sus proyectos más cercanos destaca la grabación del concierto para violín y orquesta de Manuel M. Ponce con la Orquesta Filarmónica de Querétaro, bajo la dirección del Mtro. José Guadalupe Flores.

 

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Notas a las obras | Por: Juan Arturo Brennan, crítico musical

 

EMMANUEL CHABRIER (1841-1894) España

Hace algunos años vino a México, procedente de San Sebastián, un coro de voces masculinas que realizó algunas presentaciones en México. Este grupo vasco, el Coro Easo, dio un concierto en el Teatro de Bellas Artes de la Ciudad de México en el que, si la memoria no me falla, fueron interpretadas obras de Johannes Brahms (1833-1897) y Luigi Cherubini (1760-1842). El coro en cuestión resultó ser muy bueno, y a petición ruidosa e insistente del público, cantó algunas canciones a cappella fuera de programa. A la mitad de uno de estos encores creí reconocer lo que el Coro Easo cantaba, pero por más que exprimía mis agotadas neuronas no podía identificar cabalmente la melodía. Podría haber jurado que era una obra conocidísima, pero me resultaba imposible asociarla con un título o un compositor. Terminado el sabroso concierto del Coro Easo, caminando por la Avenida Cinco de Mayo, me topé con algunos miembros del coro que salían del teatro y de inmediato pregunté a uno de ellos qué era aquella pegajosa y a la vez elusiva canción. La respuesta: “¡Pues nada, que es una jota aragonesa muy famosa!” Todavía tuvieron que pasar algunos minutos para que el velo de la desmemoria cayera de mis oídos: aquella jota aragonesa tan bien cantada por el Coro Easo era, ni más ni menos, uno de los temas principales de la rapsodia orquestal España de Emmanuel Chabrier. Sobra decir que hice todo el camino de regreso a casa silbando esa jota, y sobra decir también que no se me volverá a olvidar.

¿Qué hace, pues, una jota aragonesa en el interior de la obra más famosa de un compositor francés? Es claro que en este punto ya no hace falta extenderse en el muy repetido asunto de los muchos compositores franceses que, fascinados con la cultura de la vecina España, compusieron una buena cantidad de obras de aliento, inspiración y contornos españoles: Maurice Ravel (1875-1937), Claude Debussy (1862-1918), Georges Bizet (1838-1875), Edouard Lalo (1823-1892), Chabrier, por mencionar sólo algunos. Así, sólo queda recordar la breve y categórica definición que del término rapsodia hace Don Felipe Pedrell en su invaluable Diccionario Técnico de la Música:

Rapsodia. Pieza de música compuesta de reminiscencias de melodías tradicionales de una nación. Liszt fue el creador de este género de composiciones. Sus Rapsodias húngaras son la voz de un pueblo, su alma.

Al margen de que pueda ser prudente o no el atribuir la paternidad de la rapsodia a Franz Liszt (1811-1886), es posible meditar momentáneamente sobre la definición ofrecida por Pedrell, que es bastante precisa, y de inmediato preguntar: ¿no son, entonces, el Huapango de José Pablo Moncayo (1912-1958) y los Sones de mariachi de Blas Galindo (1910-1993), auténticas rapsodias mexicanas? Ahí queda la pregunta para los interesados en estos asuntos.

Y para los demás, el recordatorio de que los viajes no sólo ilustran, sino que a veces también inspiran música. Caso concreto, el del señor Alexis Emmanuel Chabrier, oriundo de Ambert, avecindado en París, abogado de profesión y músico por vocación, admirador ferviente de Richard Wagner (1813-1883), director de coros y hombre de muy buen humor. Hacia noviembre de 1882, Chabrier se hallaba de viaje por España, específicamente en la hermosa ciudad de Granada. Desde el corazón de Andalucía, el músico francés envió una extensa carta a un amigo, en la que le decía, entre otras cosas, que durante toda su estancia entre los andaluces no había visto una sola mujer realmente fea. ¡Cuánta razón tenía Chabrier al hacer esta observación! En la misma carta el compositor describía fascinado sus experiencias ante la música de la región, que evidentemente le había causado una profunda impresión. Así, en la carta de Chabrier se hallan referencias a los zapateados, las malagueñas, las peteneras, los tangos, las habaneras. Respecto a las danzas, Chabrier escribió esto:

Y las damas son absolutamente árabes, para decir la verdad. Si pudieras verlas, retorcerse, casi dislocarse las caderas, no querrías irte jamás. En Málaga el baile se puso tan intenso que tuve que llevarme a mi esposa; ya no era tan divertido. No puedo ponértelo por escrito, pero lo recuerdo y te lo describiré en persona.

Pobre Chabrier…. ¿qué cara habría puesto si se hubiera topado de pronto con la lambada o elbreakdance?

El caso es que, como él mismo lo aseveraba en la misma carta, se dedicó a tomar nota de los complejos ritmos y las cambiantes melodías de la música española que escuchó, y más tarde utilizó esos apuntes como materia prima para su rapsodia  España, que es una de las más brillantes y divertidas piezas de este género. España fue escrita originalmente para piano y orquestada más tarde por el propio Chabrier. La obra fue estrenada por la Orquesta Lamoureux de París, y desde su primera ejecución ha permanecido, merecidamente, como una obra favorita entre los melómanos de sangre caliente, en especial aquellos que han tenido la fortuna de sentir el rumor del cante jondo a la sombra de los muros de la Alhambra.

EDOUARD LALO (1823-1892) | Sinfonía española

En más de una ocasión a lo largo de la historia de la música, algunas obras han sido erróneamente identificadas y la equivocación se ha perpetuado sin que esto se considere como algo particularmente grave. Un caso extremo de esto es, por ejemplo, la pieza de trompeta más conocida por el público. Fácilmente reconocible, la pieza en cuestión fue conocida durante mucho tiempo como el Voluntario para trompeta de Henry Purcell (1659-1695), y se hizo muy popular en diversas colecciones grabadas de música para trompeta y metales. Lo curioso del caso es que esta obra no es un voluntario, no fue escrita para trompeta y su autor no es Henry Purcell. Hoy sabemos que se trata de la Marcha del Príncipe de Dinamarca de Jeremiah Clarke (1674-1707), originalmente escrita para clavecín. En un sentido análogo, otro caso de aparente identificación errónea es el de la famosa Sinfonía española de Edouard Lalo, que ni es una sinfonía ni es española. La diferencia fundamental es que nadie se va a atrever a cambiarle el nombre a esta obra. Lo que parece quedar bien claro es que más que una sinfonía, esta famosa pieza de Lalo, la más popular de su catálogo, parece ser un concierto para violín, aunque como no está estructurada con el rigor de un auténtico concierto, se podría decir que se trata de una rapsodia o de una fantasía. Y claro, no es más española que las obras con las que Maurice Ravel (1875-1937), Emmanuel Chabrier (1841-1894) o Georges Bizet (1838-1875) intentaron acercarse, desde Francia, al espíritu sonoro de España. Aquí cabe hacer la aclaración de que si bien Edouard Lalo nació en Lille y murió en París, sus biógrafos nos dicen que por sus venas corría algo de sangre española.

Durante su aprendizaje musical, Lalo había estudiado el violín con François Habeneck (1781-1949), y si bien nunca fue un virtuoso del instrumento, llegó a ser un intérprete eficiente. En algún momento de su carrera, Lalo formó parte de un cuarteto de cuerdas, pero como violista. De todo esto se desprende el hecho lógico de que en su catálogo las obras para violín ocupan un lugar importante. Mencionemos en este ámbito que su Concierto para violín en fa mayor fue estrenado en el año de 1874 por el señor Don Pablo Martín Melitón de Sarasate y Navascués, a quien conocemos simplemente como Pablo de Sarasate (1844-1908), quien fue el violinista más notable de su tiempo. Resulta que este buen violinista español solía hacer exitosas giras, dando recitales por toda Europa, acompañado por el pianista Otto Goldschmidt. En agosto del año de 1879, Edouard Lalo escribió una carta dirigida a Goldschmidt, en la que decía lo siguiente:

Rechazo absolutamente el título de Suite que le han dado a mi última obra (el Concierto ruso); las suites de Massenet, Goddard, Guiraud, Ries, Raff, Hoffman, Holstein, etc. han hecho que esa palabra me sea repulsiva. Es una etiqueta muy gastada y es preciso encontrar otra. Artísticamente, un título no significa nada y la obra misma lo es todo. Esto es un principio absoluto, pero desde el punto de vista comercial, un título desacreditado nunca es bueno. Conservé el título de Sinfoníaespañola en contra y a pesar de todos, en primer lugar porque expresaba bien mi pensamiento, es decir, un violín solo que se eleva sobre la rígida forma de una vieja sinfonía; y en segundo lugar, porque me pareció un título menos banal que otros que me fueron propuestos. Los gritos y las críticas han sido acallados, o lo serán pronto; el título permanecerá, y en una carta de felicitación Hans von Bülow me escribió que este feliz título ponía a mi obra por encima de las demás.

Así pues, la Sinfonía española de Lalo seguirá siendo conocida con ese nombre, aunque no sea ni lo uno ni lo otro. La obra fue estrenada por Sarasate el 7 de febrero de 1875 en París, en uno de los famosos Conciertos Populares de esa época. Desde su estreno mismo, la Sinfonía española ha causado la consabida polémica: ¿es una obra de carácter auténticamente español, o las alusiones a lo español son sólo subjetivas? La discusión todavía sigue en pie, a pesar de lo cual se puede afirmar que la Sinfonía española no es una obra en la que se citen cantos, danzas, ritmos o músicas típicas de España, como se hace en la rapsodia España de Emmanuel Chabrier, por ejemplo. Más bien, se trata de una alusión fugaz y elusiva a lo que Edouard Lalo, francés, pudiera haber considerado como un ambiente sonoro español. Al margen de estas y otras consideraciones sobre las posibles cualidades nacionales de la obra, la Sinfonía española se convirtió de inmediato en la obra más popular del catálogo de Lalo y vino a engrosar la larga lista de las muchas composiciones de corte español creadas por franceses, y a tomar su lugar entre otras famosas piezas para violín y orquesta escritas al margen del tradicional formato del concierto clásico, como el Poema de Ernest Chausson (1855-1899), la Tzigane de Ravel, la Habanera de Camille Saint-Saëns (1835-1921), la Fantasía de Max Bruch (1838-1920) y la Leyenda de Frederick Delius (1862-1934).

 

JOAQUÍN TURINA  (1882-1949) Danzas fantásticas

Si algún día tiene usted la suerte de poder visitar Andalucía, no deje de ponerse en contacto con las manifestaciones de música popular del pueblo andaluz. Y recuerde que una de las más singulares experiencias sonoras que puede usted tener por aquellos rumbos es la de ver y escuchar a quienes tocan, cantan y bailan flamenco, precisamente en la cuna de esta música incomparable. Le recomiendo, sin embargo, que trate de no caer en las numerosas trampas para turistas (como alguna vez me ocurrió a mí) que los negociantes andaluces tienen preparadas para los incautos. Sin duda, en la recepción de su hotel en Granada, Córdoba o Sevilla habrá información amplia y variada sobre diversos lugares donde se puede ver y escuchar flamenco “en un ambiente familiar”. Ni se le ocurra acercarse a esos sitios, porque suelen ser escenarios donde se hace el flamenco de un modo diluido y maquillado, ligero y optimista, para disfrute del turista poco exigente. Mejor, pregunte a la gente del pueblo y hágase llevar a los barrios populares y a las cuevas donde se canta el verdadero flamenco, el que duele, el que cimbra, el que desgarra.

Esta recomendación no es sólo mía, sino que está implícita en las palabras de Joaquín Turina respecto a sus fogosas, vitales Danzas fantásticas. Sobre la intención expresiva de este tríptico orquestal, el compositor afirmó que trataba de lograr una obra cercana a la verdadera  música andaluza, la de raíz popular, y no la que se preparaba para los turistas. Y algo debía saber Turina de estos asuntos, ya que era nativo de Sevilla. Si sus inclinaciones nacionalistas no hubieran sido suficientemente fuertes para definir el camino musical de Turina, su paso por París le propició un encuentro fundamental en este sentido: en la capital francesa entró en contacto con Manuel de Falla (1876-1946) y con Isaac Albéniz (1860-1909), a partir de lo cual decidió categóricamente dedicarse a crear música con un fuerte sabor nacional español.

No contento con acudir a los lenguajes sonoros populares como materia prima para su música, Turina enfatizó su intención nacionalista en los títulos de la mayoría de sus composiciones importantes. Citar unas cuantas, de entre sus obras más conocidas, es buena prueba de ello: La procesión del rocíoSinfonía sevillana, Escena andaluzaLa oración del toreroSevillaMujeres españolasCuentos de EspañaJardines de AndalucíaMallorcaVerbena madrileña, La leyenda de la GiraldaEl castillo de AlmodóvarCanto a SevillaHomenaje a Lope de Vega. Sin apartarse nunca de su vena de expresión nacional, Turina supo también integrar en sus obras otros elementos musicales, para dar a su lenguaje sonoro una dimensión más amplia, que pudiera trascender el simple folklorismo. Así, es posible hallar en la música de Turina una inteligente combinación de los elementos estrictamente españoles con interesantes apuntes impresionistas y una vena romántica orientada básicamente hacia lo descriptivo y, en ocasiones, hacia lo contemplativo. El hecho de que Turina haya logrado crear un número notable de obras de inconfundible sabor español no debe hacernos olvidar el hecho de que durante sus años de estudio en París (1905-1913) tuvo amplia oportunidad de asimilar diversos elementos franceses, particularmente a través de su maestro Vincent D’Indy (1851-1931). Sin embargo, a su regreso a España, Turina supo dejar atrás cualquier influencia afrancesante para concentrarse de lleno en el espíritu musical español. (Como posible comparación, pueden mencionarse numerosos compositores contemporáneos de Turina, incluyendo a algunos mexicanos, que se afrancesaron plenamente después de la indispensable jornada de estudios en París.)

En el año de 1920 Turina emprendió la composición de sus Danzas fantásticas, que son contemporáneas de una de sus obras más importantes, la Sinfonía sevillana, y en las que el compositor explora con singular fortuna diversos aspectos de la música andaluza de danza. Como comentario a cada una de las tres danzas, Turina eligió un breve fragmento extraído de la producción poética de José Más:

1.- Exaltación. Pareciera que las figuras de ese cuadro incomparable se mueven como el cáliz de una flor.

2.- Ensueño. Pulsadas, las cuerdas de la guitarra sonaban como el lamento de un alma que ya no pudiera soportar el peso de la amargura.

3.- Orgía. El perfume de las flores, mezclado con la fragancia de la manzanilla y el aroma de un vino espléndido, era como un incienso que inspiraba al gozo.

De estos breves textos puede deducirse, sin lugar a dudas, que la intención de Turina en estasDanzas fantásticas es, ante todo, provocar el goce de los sentidos. No está de más anotar que si bien la materia primordial de estas danzas tiene su origen en Andalucía, aparecen también en la obra algunos ritmos provenientes de otras regiones de España, como el zortzico del País Vasco.

 

 

 

MAURICE RAVEL (1875-1937) Bolero

A través del tiempo, el sugestivo y siempre fascinante Bolero de Maurice Ravel se las ha arreglado para hacer subrepticias apariciones, directa o indirectamente, en lugares inesperados. Aquí va una lista parcial:

1.- Como fondo musical de una pésima película seudo-erótica titulada 10, la mujer perfecta, dirigida por Blake Edwards en uno de sus peores momentos.

2.- Como fundamento sonoro de una estupenda coreografía  de Maurice Béjart, un solo bailado magistralmente por Jorge Donn.

3.- Como sustento rítmico de la imagen de un poderoso filme documental sobre el nazismo alemán.

4.- Como extrapolación al mundo del rock en la pieza titulada Bolero de Abbadon del estupendo grupo inglés Emerson, Lake & Palmer.

5.- Como sutil referencia rítmica en una de las piezas de la música de la película El jardín secreto, compuesta por el polaco Zbigniew Preisner.

6.- Como fuente de innumerables transcripciones a otros medios, incluyendo, por ejemplo, la no muy convincente versión electrónica del japonés Isao Tomita.

Y esta lista podría prolongarse, pero para muestra bastan estos seis botones.

Y ahora, la historia de esta soberbia partitura orquestal. El Bolero le fue encargado a Ravel por Ida Rubinstein, quien había fundado y dirigía su propia compañía de danza. Como respuesta al encargo, Ravel diseñó lo que en sus propias palabras era un experimento y nada más; de hecho, el compositor explicó claramente sus intenciones en este texto, publicado en 1931:

Es mi deseo particular el que no haya un malentendido respecto a esta obra. Es un experimento en un ámbito muy especial y limitado y no debe esperarse que intente lograr nada más de lo que en realidad logra. Antes de su estreno hice una advertencia en el sentido de que yo había compuesto una pieza que consistía en puro tejido orquestal, sin música, un crescendo larguísimo y muy gradual. No hay contrastes y prácticamente no hay invención, excepto en el plan general y en la forma en que ha sido ejecutado. Los temas son plenamente impersonales, tonadas folklóricas del clásico tipo hispano-árabe y, dígase lo que se diga en contra, la escritura orquestal es simple y directa en toda la obra, sin el menor intento de llegar al virtuosismo. He llevado a cabo exactamente lo que intenté, y los que escuchan pueden tomarlo o dejarlo.

Respecto a la última frase del texto de Ravel es pertinente este comentario: parece evidente que la mayor parte de los melómanos lo han tomado, a juzgar por los llenos que provoca el Bolero cada vez que se programa en una sala de conciertos. El primer gran éxito de este sugestivo Boleroocurrió la noche misma de su estreno, el 22 de noviembre de 1928, en la Ópera de París. Fue Ida Rubinstein la encargada de protagonizar esta versión coreográfica de la obra de Ravel, en la que una mujer baila sobre la mesa de una taberna española, rodeada de hombres que la miran fascinados. A medida que la música y la danza se animan y crecen, los espectadores se van excitando cada vez más. Comienzan a imitar el pulso de la música con palmas y tacones hasta que, al final de la pieza, salen a relucir los cuchillos y se produce una batalla campal. En enero de 1930 el propio Ravel dirigió la primera interpretación en concierto de su Bolero, al frente de la famosa Orquesta Lamoureux. Dice la leyenda que un día que Ravel estaba como espectador en una sala de conciertos mientras se tocaba su Bolero, una mujer salió huyendo horrorizada, gritando: “¡Al loco, al loco!” Parece que Ravel la vio irse y murmuró para sí mismo: “Esta mujer sí me ha comprendido.”

Uno que no pareció comprender del todo a Ravel fue el gran director Arturo Toscanini, quien llevó a la Filarmónica de Nueva York de gira a París y, en presencia de Ravel, tocó el Bolero a una velocidad endemoniada, como solía hacerlo con muchas partituras. Y claro, Ravel le reclamó a Toscanini, pero el enjundioso italiano no se dejó convencer, argumentando que un bolero no es una marcha fúnebre. Y si bien para un espectador es relativamente fácil seguir el tempo del Bolero de Ravel, lo cierto es que se requiere una sólida disciplina y una sensibilidad muy especial para dirigir un buen Bolero. ¿A qué velocidad debe tocarse, entonces, esta hipnótica pieza de Ravel? El gran director mexicano Eduardo Mata me comentó esto al respecto en el curso de una entrevista:

El Bolero debe tocarse no tan lento como para volverlo insoportablemente pesado, ni tan rápido como para que pierda su sensualidad y sus tintes eróticos.

He aquí, de nuevo, la conexión entre el Bolero de Ravel y el erotismo. Pero, ¿quién le dijo al cineasta Blake Edwards que sus tibias escenas amorosas entre Dudley Moore y Bo Derek tenían algo de erótico? Sin duda alguna, la música de Ravel le quedó muy grande a la infame película en cuestión, pero eso no es culpa del compositor.

 

 

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DATOS:

Concierto de la Orquesta Sinfónica de la UANL.

Segunda Temporada de Conciertos 2013.

Programa VIII.

Jesús Medina, director artístico.

Erika Dobosiewicz, violín.

Obras: España, Chabrier; Sinfonía española, Lalo; Danzas fantásticas, Turina; y Bolero, Ravel.

Jueves 4 de julio del 2013

Hora: 19:30 horas

Lugar: Teatro Universitario 

Costo: Planta baja: $ 160/Planta alta: $ 140

Descuentos para INAPAM y estudiantes: $100 (sólo planta alta)

Boletos: http://boleticket.com/ y en las taquillas del Teatro Universitario (una hora antes de la función)

Dirección: Praga y Trieste s/n. Colonia Residencial Las Torres. Campus Mederos UANL.

Monterrey, Nuevo León.

Informes: 11000 330

 

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Boletos | Oficina de la OSUANL [lunes a viernes: 9:00 am-14:00 pm] | Boleticket

                 Taquilla del Teatro Universitario [una hora y media antes del concierto]

                 Localidades: $160 [planta baja] | $140 [planta alta]

                 Descuentos: INAPAM, estudiantes y maestros: $100 [planta alta]

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Comentarios previos al concierto | Jueves, 19:00 horas | Vestíbulo del Teatro Universitario       

                                                                 Por: Juan Arturo Brennan y Ricardo Marcos

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‘Nuestra Orquesta’ en radio | Miércoles, 16:30 a 18:00 horas | Opus 102 FM

                                                      El programa de la Orquesta Sinfónica UANL

                                                      Conduce: Jorge Orozco | Producción: Josefina Benavides

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OSUANL por televisión | Jueves, 19:30 horas | Canal 53 TV UANL | Siga nuestros conciertos en vivo

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Informes | 83497621 y 22 | info@osuanl.com | www.osuanl.com

                  Facebook: Orquesta Sinfónica de la UANL | Twitter: @osuanl | Blog: osuanl.blogspot.com

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