Salome Martínez

Reflexión sobre el morir en Monólogos de un muerto.

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Por Sonia Contreras

Un limbo, nueve seres atormentados y sus anécdotas de lo que significa morir y lo qué ocurre a su alrededor cuando es tiempo de dejar la tierra.

Estas son algunas reflexiones a las que conduce la obra Monólogos de un muerto, escrita por Gerardo Gutiérrez y también dirigida por él acompañado de Emmanuel Anguiano.

La puesta en escena se presentó anoche por el grupo Kiwi Teatro en la Sala Experimental del Teatro de la Ciudad, dentro del II Ciclo de Nuevos Directores, organizado por CONARTE.

Un escenario predominantemente oscuro llena la atmósfera de lo que asemeja el aula de una escuela en donde hay seis bancas y un escritorio; ahí se encuentran  los personajes para interactuar casualmente mientras cada uno relata su muerte.

En el fondo, una pantalla sirve de apoyo audiovisual que funge como corte de los monólogos, mostrando el título de cada muerte.

Se dividió en nueve secciones: El muerto en tierra representado por Bernardo Zurita; El muerto en leche con Alejo C. Treviño; Marisol Martínez fue La muerta en ayuno; El muerto en agua lo representó Isaías Moreno; El muerto en moscas con Emanuel Anguiano; La muerta en árbol lo personificó Cristina Alanís; la interpretación de El muerto en silencio la hizo Luis Carlos Galván y El muerto en vano con Gerardo Alonso.

También participó Itzel Hervert como la pareja de El muerto en recuerdos interpretado por Gerardo Gutiérrez, con quienes inició la obra, proyectando en la pantalla aquella relación que había sido y la novia que no olvida.

¿Qué se siente morir? ¿En dónde quedamos? ¿Qué hacen nuestros seres queridos?

“Recuerdos hechos carne”, dice Gutiérrez, en uno de los parlamentos de su personaje, mientras comparte con el público su sufrir en su paso sobre la tierra, el punto en el que termina y cómo sus familiares ven al ataúd, a ese cuerpo, la negación, el llanto, todo observado desde este lugar llamado limbo.

Para el escritor y director de la obra hablar de la muerte es resignificarla, explorar la extensa gama entre la ciencia, fe y sentido común sin proponer una confrontación y abrazar lo bonito de la incertidumbre y lo desconocido.

“Hablar de la muerte hoy significa narcotráfico, balazos, accidentes de carro y no sólo es eso, debemos ver qué hay más allá y renovar ese término de la muerte”, comentó Gerardo Guitérrez, director y autor de la obra, en entrevista al final de la función.

 

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