Salome Martínez

¡ÁNIMO PAPÁ!

Decrease Font Size Increase Font Size Text Size Print This Page

po'

 

Por Grupo 4poder

Hoy lunes 21 de julio será un día largo para la familia.
Las cosas se complicaron para mi padre, el destino lo sigue retando y es posible que vuelva de nuevo al quirófano a ser sometido a una delicada cirugía en su pierna mutilada.
En medio de esta lucha cuerpo a cuerpo que el viejo mantiene con la muerte, ayer conversamos un rato los dos a solas, en la fría habitación donde convalece en un Hospital de San Luis Potosí.
Aquello fue un “monologo de uno” pues la enfermedad intrusa, pendenciera le arrebató la voz y lo ha dejado encerrado en un misterioso silencio.
Aun así logramos entendernos, su mirada y sus gestos hablaron por él.
__. “Vamos hacer un pacto entre caballeros papá, tú me perdonas a mi si algún día te ofendí y fui grosero contigo, y yo te perdono a ti por los cintarazos que me distes”, le comente.
Le dije también que lo queremos mucho, que es muy importante para nosotros y que estábamos muy orgullosos de él.
Que fuera fuerte y valiente en estas horas aciagas, de cruel incertidumbre y que no bajara la guardia frente a la muerte.
Le agradecí los momentos maravillosos que pasamos juntos, los chocolates que nos traía de sus largos viajes, el anillo de graduación con mis iniciales grabadas y el haberme llevado a conocer la inmensidad del mar.
Que atesoro sus consejos al igual que sus regaños, los poemas que me regaló y las largas charlas que compartimos cuando logramos romper la barrera Padre-Hijo para convertirnos en amigos.
Entonces vino su respuesta en forma de unas lágrimas furtivas que rodaron por sus mejillas curtidas de indio y un suspiro leve que surgió de su pecho para decirme sin palabras:
“Gracias hijo ya estamos en paz”.
Después coloque mi celular a su oído y lo deleite con música de la banda, de su tierra Sinaloa, que entonó en un concierto exclusivo para él las canciones que siempre le han gustado: El Niño Perdido, El Gallo de Oro, El Sinaloense y Dios Nunca Muere.
El viejo escucho emocionado las melodías entrañables, cerro sus ojos y una leve sonrisa se dibujó en su rostro que iluminó todos los confines del universo. Ahora era yo el que lloraba.
Me despedí con un beso en su frente, dejándolo en las manos de Dios pues que mejor médico que el Señor para cuidarlo y protegerlo.
¡Animo Papá!

(Información tomado del perfil de facebook de nuestro compañero Lic. Francisco Javier Peña Medina https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10152210293184080&set=a.402185014079.177935.619624079&type=1&theater )

You must be logged in to post a comment Login